viernes, 12 de marzo de 2010

LEÓN






5 de Marzo de 2010

Por la mañana temprano ponemos rumbo a León, una de las ciudades más antiguas de Nicaragua junto con Granada. De camino, una llamada de obligado cumplimiento. Marco el número y al otro lado una vocecilla chillona de una rubita preciosa me dice: ¿quién es? Es mi cokito, mi pequeña diablina que hoy cumple seis añitos. La echo de menos y necesito con todas mis fuerzas que me de un abrazo de esos que me ahogan, un beso de los que me dejan sorda y esa sonrisa que es la razón para seguir adelante en los momentos duros. Tengo que comprarle un regalito especial que aún no he encontrado... Pero lo encontraré seguro.

Continúo con León. Visitamos la Catedral y recorremos su cúpula. Vamos también al mercado. Esto es una locura. Olvidé decir que hoy me tocó de nuevo ser jefa de día. Esperaba que esta segunda experiencia fuera mejor que la primera pero parece que las cosas van de mal a peor. Yo de jefa de día con 14 personas desperdigadas en medio de un mercado. Casi me vuelvo loca, porque por mucho que la gente diga que no son niños y que no se van a perder, nadie estaba pendiente de dónde estaba el grupo. Cada uno iba por su lado y yo, como una gallina detrás de sus pollitos estaba llegando a un límite de estrés que no me gustaba un pelo. Es lo que tiene ser responsable, aunque para algunas personas ser jefe de día no suponga nada. Cada uno interpreta la responsabilidad a su manera. Realmente este viaje me está enseñando mucho, no sólo de Nicaragua, sino de la gente. No había vuelto a tener una experiencia de este tipo desde mi época de internado y realmente estoy deseando volver a casa y seguir con mi vida normal, sin tener que ser responsable de nada ni de nadie. Es difícil cuando los demás no ponen de su parte.

Después hacemos un recorrido rapidito por la Facultad de Medicina y nos vamos a comer.

Tras llenar la panza visitamos la Cárcel 21, que tuvo la misma función que la de Coyotepe. Esta se utiliza actualmente como museo, el “Museo de Leyendas y Tradiciones”. Diferentes mosaicos visten sus paredes. Es un museo para rescatar la identidad del pueblo y su temática es la conquista. Es el único museo cuyas esculturas están realizadas en papel maché. En ella se muestran los personajes de las leyendas de Nicaragua. Me llama la atención la visión irónica y burlona que tienen de los colonos españoles.

Para terminar este día cultural nos acercamos a la Casa Museo de Rubén Darío. Seré una inculta pero no tenía ni idea de que este escritor era nicaragüense.

Montamos de nuevo en el bus y nos dirigimos a Poneloya. Llegamos a una casa, no veía la playa por ningún lado pero tras atravesar un patio y un jardincito, allí en primera línea, el Pacífico hacía su recibimiento. Pero Mari Jose se hizo daño en una rodilla. Hay que tener cuidado con este mar, que sólo tiene la paz en su nombre porque es agresivo y violento. Da miedo. Y como era responsable de día tuve que ir con Juan a buscar unas vendas para su rodilla. Así que mientras todos disfrutaban de un bañito, de las playas y de un atardecer irrepetible, yo estaba sentada en un coche agarrándome los huevos y buscando un cinturón de seguridad que no encontré.

Así que a última hora de la tarde, después de cenar y anhelando ya el final de este horrible día, me fui a la playa con el grupo a tomar un Flor de Caña, con mi saco y mi esterilla. Mi primer baño nocturno en una playa, mi primer contacto con la bestia que emergía de las profundidades del no tan Pacífico, el cielo con más estrellas que he visto en toda mi vida. Y después del baño y embriaga por el sabor dulzón de la caña, me dejé llevar por el sonido del mar y la brisa que apenas sí acariciaba la punta de mi nariz.

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