Hace un mes que regresé de Nicaragua. Atrás quedaron los días de sol, de playa, las tortugas, la selva, los bichos que nos acompañaban en los rincones de la habitación... Y lo echo de menos, todo, incluso los bichos. Ahora, de nuevo inmersa en mi vida cotidiana sigo con la mente y una parte de mi corazón repartido en diferentes lugares, en los ojos de muchas personas que conocí y que me enseñaron no sólo algo sobre mí misma, sino también sobre la vida, me enseñaron a vivir con menos, a valorar más las cosas buenas, me enseñaron el egoísmo que reina en este mundo nuestro... Echo de menos a Anelís, la pequeñina, sus deditos agarrando mis dedazos jejeje, su carita, sus brazos rechonchitos, su risa...
Ojalá todo el mundo tuviera la oportunidad de hacer esto alguna vez en su vida...
Los padres de Berta, mi compañera de trabajo, han estado en Cuba. Vienen encantados, igual que yo, compartiendo lo que sólo nosotros hemos vivido y por lo que nos sentimos afortunados. Hablamos de la humildad de la gente, del compartir, del disfrutar, del vivir...
Y hoy, la vida me ha regalado dos encuentros maravillosos, uno de aquí, de mi tierra querida, otro de Galicia. El objetivo que me planteé cuando empecé a escribir este blog ha surtido efecto. De alguna manera he conseguido transmitir lo que he vivido y sentido a la gente que me quiere y que ha estado siguiendo mis letras en la distancia.
Así que voy a seguir escribiendo. Cuando tenga algo que contar, éste será el lugar más idóneo para hacerlo. Sólo espero que la próxima vez que lo haga esté lejos de aquí, en Nicaragua o en cualquier otro lugar del mundo pero ... que sea Cruzando el Charco.
Besitos y gracias por todo!