sábado, 6 de febrero de 2010

Un cuento sobre Gansinos

Érase una vez, en un país muy lejano, un lugar muy pequeñito llamado Extremadura. Y érase una vez, en esa Extremadura, quince niños de quince pueblos, que soñaban con hacer realidad un sueño, su sueño...

Laurina era una de las más pequeñas. Le gustaba jugar y aprender de los niños y siempre estaba de un lado a otro con su grito de guerra: !oeeeeeeee!!!!! !eoooooooo!!!!!!!!! contestaba el resto. Y comenzaba a cantar y a bailar para que los demás hicieran lo mismo.

La otra pequeñina era Katy. Aunque era de un pueblo de Extremadura, hablaba como una sevillana. Recordaba a Lola Flores. Cuando quería estar sola decía: "si me quieren dirse". Era muy graciosa y tenía mucho salero.

Sole parecía más pequeña de lo que era. Tenía una cara muy dulce y de mayor quería ser enfermera. Así que siempre llevaba su bata blanca en la mochila para jugar a los médicos.

Bea también quería ser enfermera. Era muy buena y muy cariñosa, casi casi como una mamá. Seguro que los enfermos estarían muy contentos con ella.

Y la tercera era Marijose. Sus muñecas estaban llenas de tiritas y esparadrapos por todas partes: la frente, las rodillas, los codos,... Y cuando su madre tenía que curarle alguna herida, el botiquín estaba casi vacío.

Sergio era como Papá Noel. Siempre tenía regalos para todos: canicas, golosinas, frutos secos,... Mientras todos jugaban, él siempre estaba pensando en algo nuevo que hacer.

Mariángeles quería ser periodista. Con un palo en la mano, que le servía de micrófono, preguntaba a todos mil y una preguntas, como si fueran personajes famosos.

Sil también quería ser periodista. Sus padres tenían una cámara de vídeo y cada vez que tenía la oportundiad hacía sus pinitos como reportera.

Ramón quería recorrer el mundo en una furgoneta y aprender a hacer pendientes y pulseras para venderlas en los mercadillos medievales de las ferias. Se quería dejar el pelo largo para hacerse unos churros que se llaman "rastas".

Samuel quería ser político y gobernar un país. Era un poco revolucionario. Quería ser mayor para hacer cosas de mayores, como votar.

Irene siempre estaba rodeada de libros. Tenía la estantería de su habitación llena de ellos, ordeandos por orden alfabético. Quería ser bibliotecaria.

A Manolo le gustaba la Historia y veía todos los documentales de la tele. Sabía muchas cosas de otros pueblos lejanes y contaba historias de romanos, de árabes, de reyes y caballeros.

Oliver pasaba casi todo el tiempo con su abuelo. Le encantaba sentarse a su lado a escuchar sus historias y decía que de mayor quería ser tan sabio y tan bueno como él y trabajar rodeado de muchos, muchos abuelos para aprender de ellos.

Eva quería ser de todo: masajista, bailarina de danzas africanas, reportera,... Siempre inventaba bailes para hacer en el recreo y dirigía a todas sus amigas.

Y Laura quería ser muchas cosas... pero al final decidió ser payasina, payasina por naturaleza. Siempre estaba riendo e intentando hacer reír a los demás. Porque estaba segura de que un mundo con risas sería un mundo mejor.

El grupo de niños creció y siguió con su sueño, cada uno con el suyo. Pero llegó un momento en el que algo se interpuso en sus vidas. Algo imporatnte que les cambiaría para siempre. Una aventura de la que aprenderían más de lo que habían aprendido en la escuela y en todos los libros de todas las bibliotecas: un viaje a Nicaragua.

Habían oído hablar tantas y tantas historias de lo que había al otro lado del océano que quisieron comprobar por ellos mismos si era real. Así que los quince niños decidieron cruzar el charco y conocer el mundo: Sole con su bata blanca, Marijose con sus tiritas, Bea con una mochila cargada de cariño, Katy con su gracia y salero, Laurina con sus juegos y su grito de guerra, Sergio con el saco que robó a Papá Noel, Mariángeles con su libreta en mano, Sil con la cámara, Ramón con sus pendientes y sin furgoneta (que todos sabemos que no flotan), Samuel con sus ideas revolucionarias de cambiar el mundo, Irene con sus libros, Manolo con las historias para antes de dormir, Oliver con la sabiduría de los mayores, Eva con sus múltiples facetas y Laura con su risa.

Y colorín, colorado... la historia aún no ha acabado.


Gracias chic@s por lo que sois y lo que representáis. Espero que este cuento os acompañe y os haga sentir niñ@s de vez en cuando. Un beso a tod@s.

6 comentarios:

  1. Me encantaaaa, Lau (jiji) y espero que nos deleites con más historias parecidas que nos hagan viajar y soñar como tú sabes hacerlo.

    -silvianica-

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  2. gracias Silvia, aunque no estoy muy contenta con este proyecto... si soy capaz de mover el corazoncito de la gente joven... no quiero imaginar la cara de un niño de cinco años.. habrá que hacerlo por ellos, por esos pequeños demonios.

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  3. espero que tus dudas existenciales en cuanto al proyecto se hayan esfumado porque sería una privar al mundo y especialmente a los niño de tu talento para hacer disfrutar de las pequeñas cosas.
    Sole

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  4. sniff, jo, me vais a hacer llorar todos con tantos mensajes de ánimo!

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  5. Hola Prima, me encantan las fotos estas guapisima y las historias que nos cuentas un beso muy fuerte y disfruta la experiencia tu primo Rubén ;)

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  6. Rubén, cada vez que entro en el blog me llevo una sorpresa porque no me llegan avisos de comentarios al correo y no sé muy bien cuándo me escriben a no ser que entre para verlo. A veces tampoco tengo todo el tiempo para hacerlo ni la oportunidad. Pero bueno, aprovecho para mandarte un saludito y un besazo enorme. Gracias por verme tan guapa, es que me miras con buenos ojos. Toy como un conguito, parezco nica pero ya sabes que esto es cosa de nuestra familia. Un besazo para todos los de Madrid.

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